Ainara es uno de los grandes referentes de la independencia estatal, posee un carrera larga, sólida y variada. A ella le debo varias cosas, la primera que fuera quien me sacase de cierto ermitañismo musical, que me sacase del «no». Hasta que ella me lo propuso en 2006 yo solo estaba centrado en tocar con Dead Capo, de hecho había rechazado sistemáticamente cualquier oferta que supusiese tocar más allá de una grabación (exceptuando alguna colaboración puntual en directo con Standstill y Lava). Cuando me llamó por teléfono le dije que lo pensaría, al día siguiente me esperaba un largo viaje en tren y aproveché para escuchar sus dos primeros discos con esa atención especial que solo un viaje en solitario te proporciona. Ahí encontré la respuesta, en su música. Sabía que ante mi dubitativa respuesta Ainara estaba probando a otros bajistas, así que para que no hubiera más dudas llegué a la prueba con todo el repertorio bien aprendido. Desde entonces tocamos juntos durante varios años en infinidad de conciertos, festivales, salas y con formaciones y personal muy diferente: a duo, trío, cuarteto… Gracias a Ainara también conocí a mucha gente interesante en el plano musical y personal. A pesar de lo mucho que tocamos juntos en directo grabamos poco en estudio. El disco en el que colaboré realmente es un punto y aparte en su carrera, abrió una veta experimental que luego Ainara ha sabido explotar después en múltiples proyectos como improvisadora. En la parte central del tema «Sickness» me empleé a fondo con las posibilidades que ofrece el «preparar» el contrabajo insertando entre las cuerdas una tapa de sartén y tocarlas con arco, también suena en algún momento un serrucho musical, instrumento que perdió la partida en favor del theremin y que solo toco en privado o alguna grabación.